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Padecimientos

En control de la crisis

Las crisis convulsivas pueden afectar a cualquier persona. Estas ocurren cuando se presenta una actividad eléctrica anormal en la corteza cerebral y dependiendo del tipo y localización de la crisis serán las manifestaciones que presente el paciente.

Entre las manifestaciones de una convulsión se encuentra pérdida de consciencia, movimientos involuntarios, confusión, alucinaciones, pérdida de control de esfínteres, entre otros. En el caso de Ana, quien a sus 21 años vio alterada su normalidad, sí hubo pérdida de conciencia y movimientos involuntarios.



¿Qué es una crisis convulsiva?

Por fortuna se encontraba acompañada y pudo recibir asistencia para evitar golpes o lesiones a consecuencia de la crisis, que aunque duró sólo un par de minutos, le cambió el resto de su vida. 

“Toda la seguridad que tenía en mí misma se fue abajo y empecé a sentir vergüenza o miedo de padecer una convulsión frente a mis amigos. Pensé que mi vida estaría limitada para siempre”, nos confiesa.

Sin embargo, como especialistas sabemos que la vida de Ana puede ser tan normal como la de cualquier otra persona con el tratamiento indicado. En este caso primero debíamos definir la causa de las convulsiones, pues no todas las crisis están relacionadas a la epilepsia.

Para llegar a un diagnóstico certero es de suma importancia indagar en todas las características de las crisis convulsivas para definir de qué tipo son. A Ana se le diagnosticó Epilepsia luego de realizar un electroencefalograma para evaluar la actividad eléctrica de la corteza cerebral y una resonancia magnética para descartar que una lesión estructural en el cerebro fuera la causa de las crisis convulsivas.



¿Conoces los síntomas de la epilepsia?

La Epilepsia es más común de lo que podemos creer, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad alrededor de 50 millones de personas padecen de epilepsia.

El 50% de los casos no tiene causas aparentes. Es decir, no se sabe por qué aparece en determinado momento de la vida, por eso es necesario estar al tanto de las posibilidades de tratamiento.

Cuando Ana recibió el diagnóstico fue difícil tanto para ella como para su familia, sin embargo comprendieron inmediatamente que estaban en el lugar indicado y les hicimos saber que la situación podía ser controlada y que Ana podría llevar una vida normal, claro, con los cuidados y precauciones debidas.

“Mi rutina cambió muchísimo, de pronto ya no me podía trasnochar, estresar o darme el lujo de no descansar lo suficiente y aunque soy diseñadora y puedo ejercer mi profesión sin problema, también soy joven”, nos confiesa.



Sin embargo, esto era mejor que sufrir una crisis, que para Ana son experiencias que no desea a nadie, “es caerte y perder el conocimiento y despertarte en el suelo sin saber por qué, con un golpe, con un mordisco en la lengua horrible, con dolor de cuerpo. Es que en un momento esté sentada, hablándote, y a los dos minutos despierte en el piso”, nos comparte.

Por ello la importancia del tratamiento. En el caso de Ana, se buscó diseñar algo que no representara mayores cambios en su rutina, pues los antiepilépticos deben ser de continuidad para evitar futuras crisis.

“El medicamento es lo primordial, no hay otra cosa que me ayude. Es lo que me tiene estable. Pero creo que es muy importante también descansar bien”, recomienda.

Y sí, a sus 21 años y con el apoyo profesional y familiar adecuados, Ana puede vivir en control de sus crisis convulsivas. Claro que su vida cambió, pero juntos hemos logrado que pueda vivirla de manera normal.



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