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La discapacidad intelectual no es una enfermedad. Se trata de un estado permanente, que afecta al 3% la población infantil.
Cuando conocí a Teresa, estaba desconsolada. Su hijo Martín había sido diagnosticado con discapacidad intelectual. El pequeño tenía cuatro años. Ella estaba llena de preguntas sobre el futuro de su hijo.
Sentir miedo es normal. Sin embargo, el secreto para iniciar un tratamiento es mantener la calma .Cada paciente es único. Es imprescindible analizar el caso, para diseñar un programa personalizado.
Tener información clara y oportuna es la clave para salir adelante.
Casi 6 millones de personas en el mundo, sufren de discapacidad mental (DI). Se puede desarrollar desde el nacimiento hasta los 18 años de edad.
Este trastorno del neurodesarrollo afecta las destrezas motoras, sociales cotidianas, la conducta y las funciones intelectuales.
Según la clasificación internacional DSM-IV, una persona con DI tiene un coeficiente intelectual (CI) menor o igual a 70. Puede presentarse en diferentes niveles. Los grados de DI se definen de la siguiente manera:
Martín tenía problemas para hablar y relacionarse con su entorno. También le era difícil seguir una rutina normal. Él forma parte del 2.5% los niños menores de 14 años, que desarrollan DI leve o moderado. Mientras que sólo el 0.3% sufren de DI profundo.
Causas
Teresa quería saber si había hecho algo mal durante su embarazo o en los primeros meses de vida de Martín. Debí aclararle que la DI puede generarse por múltiples causas cromosómicas, metabólicas o infecciosas, entre otras. Siendo el Síndrome de Down la principal causa de DI.
Martín nació con DI. En otros casos puede presentarse como complicación durante el parto o como consecuencia de una enfermedad grave. Lo cierto es que en el 50% los afectados, no llegamos a conocer la etiología de su condición.
Se manifiesta como un conjunto de dificultades adaptativas, en diversos ámbitos cotidianos.
Estas son algunas de las señales de DI:
Los síntomas varían dependiendo de la causa. En muchos pacientes ha pasado desapercibida hasta la etapa escolar, que es cuando los padres notan una importante dificultad con las tareas escolares.
Mientras, los pequeños con DI grave y profunda pueden padecer trastornos adicionales como: epilepsia, parálisis cerebral, pérdida de audición, problemas del habla y el aprendizaje, e insuficiencia visual. Además de que los síntomas son más notorios desde muy pequeños.
Lamentablemente la DI no tiene cura. Nuestro centro tiene un equipo de neurólogos y pediatras especializados en el desarrollo conductual y cognitivo, enfocados en desarrollar al máximo las potencialidades de cada persona.
Hoy Martín tiene 12 años. Es campeón de las Olimpiadas Especiales. Sus deportes favoritos son el fútbol y la natación. Tras varios años de perseverancia, amor y dedicación, ha mejorado sus habilidades para comunicarse y aprender.
No importa cuáles sean tus circunstancias, juntos podemos encontrar el camino para vivir a plenitud.
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