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Padecimientos

Coeficiente intelectual y problemas neurológicos en niños

Existen algunas enfermedades o trastornos neurológicos en niños que se acompañan de cierto grado de deficiencia intelectual, es decir, presentan un bajo coeficiente intelectual. Algunos ejemplos son: parálisis cerebral infantil, algunos síndromes epilépticos como el síndrome de West o Lenox-Gastaut, autismo, secuelas neurológicas de alguna infección como meningitis o alguna malformación congénita.

Aunque el IQ es solo un número, nos ayuda a determinar si el coeficiente intelectual está en sus valores normales con respecto a los de la población en general, si es mayor o por lo contrario es menor que el del resto de la población de la misma edad.  

Según la patología es la probabilidad de presentar un menor coeficiente intelectual, además de la que la severidad puede variar entre personas con la misma patología.

Por ello es importante recibir un tratamiento adecuado lo antes posible, para poder alcanzar el mejor desarrollo del menor que a la vez le permita mejorar su calidad de vida e interacción con su entorno.

En Neurocenter tenemos la certeza de que sólo desafiando las metodologías tradicionales de atención neurológica que se brindan en los sistemas de salud convencionales, podemos lograr que nuestros pacientes recuperen todo aquello que, quien nos busca, requiere para tener una vida plena..

Estamos plenamente convencidos que con nuestra robusta comunidad de profesionales podemos detener las pérdidas y ayudarte a ganar.

Padecimientos con déficit intelectual

La parálisis cerebral infantil es el ejemplo más común. Es un trastorno que afecta la capacidad de una persona para moverse, mantener el equilibrio y la postura, además de ocasionar un desarrollo anormal del cerebro. Es por esto que en la mayoría de los casos se acompaña además de un menor coeficiente intelectual.

En el caso del autismo, el coeficiente intelectual puede ser normal o incluso alto aunque su progreso no sigue necesariamente el de los demás niños de su edad. Por otro lado en algunos casos el IQ de una persona con autismo puede ser menor a 70, es decir, de muy bajo rendimiento, teniendo que descartar algún déficit intelectual.

El papel de la inteligencia puede ser clave para abordar cambios en los procesos de estimulación, especialmente en aquellos niños cuya evolución es más lenta o dificultosa en los primeros años de vida. La maduración, el ambiente, la familia y las influencias socioculturales son consideradas como factores que pueden influir en la estabilidad del coeficiente intelectual.

Si se conoce con mayor claridad las posibles variaciones en la estabilidad del CI durante la primera infancia y su relación con el cuadro del paciente durante los primeros años de su vida, nos permitirá hacer una mejor predicción acerca del pronóstico y la evolución futura de estos pacientes ya que así se pueden abordar cambios en los procesos de estimulación sobre todo en aquellos pacientes que presentan una evolución más lenta.

Es importante considerar el coeficiente intelectual junto con las funciones adaptativas del paciente con autismo para la toma de decisiones sobre la educación y la terapéutica que se llevará a cabo en el niño.

¿Cómo se mide el coeficiente intelectual?

El coeficiente intelectual es una cifra que nos ayuda a medir el nivel de inteligencia de una persona. Para conocer esta cifra se realizan diferentes pruebas o tests que miden dos cosas, la edad cronológica y la edad mental y a partir de los datos que se obtengan se determina el coeficiente intelectual o también llamado IQ.

Existen diversas pruebas para determinar el coeficiente intelectual de una persona. Una de ellas es la Escala de Wechsler que tiene dos variables, para adultos llamada Wechsler Adult Intelligence Scale y para niños la Wechsler Intelligence Scale for Children (WISC).

La WISC está dividida en 4 etapas las cuales nos ayudan a medir:

  •     Comprensión verbal
  •     Razonamiento perceptivo
  •     Memoria operativa
  •     Velocidad de procesamiento 

La prueba para adultos tiene las mismas etapas que la de niños pero a su vez se le añaden otras pruebas complementarias que arrojan información complementaria para su análisis posterior. 

 Puntuaciones de la escala de Wechsler 

 

  •     Menos de 70 puntos: Muy bajo rendimiento
  •     Entre 70 y 79 puntos: Inteligencia limítrofe
  •     Entre 80 y 89 puntos: Bajo pero dentro de promedio normal
  •     Entre 90 y 109 puntos: Promedio normal
  •     Entre 110 y 119 puntos: Alto, pero dentro del promedio normal
  •     Entre 120 y 129 puntos: inteligencia superior al promedio 
  •     Mas de 130 puntos: Inteligencia muy superior al promedio

      Entre 140 y 154 puntos: Genialidad intelectual 

      Entre 155 y 174 puntos: Inteligencia superior 

      Entre 175 y 184 puntos: Inteligencia excepcional

      Entre 185 y 201 puntos: Inteligencia profunda

      Mayor a 201 puntos:  Inteligencia mayor.

Cifras mayores a este número son muy improbables ya que la probabilidad es de 1 en ocho mil millones de personas. 

Es importante recordar que el coeficiente intelectual no es un sinónimo de inteligencia ya que solamente es un estimador de la misma, por lo que no te define. Si en nuestro entorno nos rodeamos de un ambiente enriquecedor con retos y objetivos lograremos con el paso del tiempo aumentar nuestro rendimiento intelectual. 

La conducta del niño superdotado en clase, donde suelen aburrirse por su alto nivel cognitivo, puede tener mucha similitud con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Muestran falta de atención, poca persistencia para las tareas que ellos consideran irrelevantes, inician muchos proyectos pero terminan pocos, cuestionan normas y pueden presentar conflictos de poder con los profesores. Tienen dificultades para restringir su deseo de hablar y pueden molestar a los demás, olvidan las tareas y pierden los trabajos, incluso pueden ser desorganizados.

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