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La embolia es un término que erróneamente se ha utilizado como sinónimo de accidentes vasculares cerebrales (ACV), infartos cerebrales o “strokes”. Los ACV se producen cuando una situación provoca la llegada de sangre a una parte del cerebro.
Dependiendo de cuál sea el mecanismo, los infartos cerebrales pueden dividirse en isquémicos, en los que hay obstrucción del flujo ya sea por un coágulo o un émbolo, o hemorrágicos, en los que un vaso sanguíneo se rompe y la sangre se derrama dentro del cerebro.
Los síntomas pueden ser leves, desde hormigueos o debilidad de una parte del cuerpo, a ser muy graves y comprometer la vida, o incluso pueden dejar algunas secuelas si deriva en una embolia cerebral completa.
En Neurocenter somos especialistas en la atención de todo tipo de padecimientos neurológicos y contamos no sólo con la infraestructura necesaria, sino con una robusta red de profesionales que pueden ayudarte a prevenir, diagnosticar y trata una embolia transitoria.
A su vez, los infartos cerebrales de tipo isquémico pueden tener diferentes grados de gravedad, dependiendo de qué tan grande es la zona que se encuentra afectada y algunas otras características del paciente.
La magnitud del daño y las secuelas también dependen de qué tan rápido se realice el diagnóstico, se inicie el tratamiento, y se utilicen otros recursos como sesiones de rehabilitación, por lo que, en etapas agudas de un infarto cerebral, es difícil saber cuál será el comportamiento.
Sin embargo, dentro de los infartos cerebrales, existe una presentación en que las manifestaciones suelen durar menos de 24 horas, de aquí que su nombre sea “ataques isquémicos transitorios”.
La causa de los mismos suele ser muy similar a los infartos cerebrales de tipo isquémico, con los mismos factores de riesgo, como obesidad, diabetes, hipertensión arterial, tabaquismo, entre otros.
Este tipo de eventos suele ser prácticamente igual a los infartos cerebrales isquémicos en las etapas agudas, siendo muy difíciles de distinguir uno del otro de manera clínica, sobre todo en las primeras horas.
La diferencia se puede obtener con el tiempo y con estudios complementarios como estudios de imagen.
Con el paso de las horas, las manifestaciones clínicas, como por ejemplo la parálisis de alguna parte del cuerpo, suelen resolver de manera completa, sin evidencia de secuelas. De manera similar, al solicitar un estudio para ver el cerebro y el daño que dejó la falta de flujo sanguíneo, no se aprecia ninguna lesión.
La relevancia de un ataque isquémico transitorio recae en el riesgo de presentar otros eventos.
Un paciente que sufre un ataque transitorio tiene altas probabilidades de tener un segundo ataque o incluso un infarto cerebral isquémico, tanto a corto como mediano plazo.
Los síntomas de un accidente cerebrovascular a menudo se desarrollan repentinamente y luego pueden mejorar temporalmente o empeorar lentamente, según el tipo de accidente cerebrovascular y el área con daño cerebral.
El conocer los signos y síntomas “clásicos” de un accidente cerebrovascular puede salvar vidas. Los síntomas clásicos del ictus se pueden recordar con el acrónimo FAST. Cada letra de la palabra representa una de las cosas que debe tener en cuenta:
Cualquier persona que tenga signos o síntomas de un accidente cerebrovascular necesita atención médica inmediata en un departamento de emergencias o en un hospital.
Por lo anterior mostrado, el tratamiento cobra una gran relevancia no solo durante el evento, sino también como prevención de eventos futuros.
Primero que nada, no hay que minimizar la situación. Algunos pacientes, al presentar una resolución completa de los síntomas deciden no acudir en busca de atención médica. Sin embargo, un AIT siempre debe considerarse una situación de urgencia.
El resto del manejo dependerá de las condiciones del paciente, aunque en general el tratamiento suele consistir en medicamentos como antiagregantes plaquetarios (que evitan que se formen coágulos en la sangre), control de los lípidos como las estatinas, control de la glucosa y de las cifras de presión arterial, y en algunos casos específicos, algunos otros medicamentos.
Hay una serie de factores de riesgo para el accidente cerebrovascular; algunos de estos factores aumentan el riesgo de un tipo de accidente cerebrovascular (hemorrágico o isquémico), mientras que otros aumentan el riesgo de ambos tipos.
Factores de riesgo de accidente cerebrovascular isquémico:
Factores de riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico:
· Uso de warfarina u otros medicamentos anticoagulantes
Al ser un evento que clínicamente no deja secuelas, la rehabilitación en este tipo de situaciones no suelen ser necesarias. Sin embargo, el cambio en el estilo de vida, sobre todo una correcta dieta, ejercicio, y manejo del peso, son las medidas que a largo plazo reducirán el riesgo de AIT y por lo tanto, de infartos cerebrales o algunas otras complicaciones.
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