Efemérides
Amor de madre
- Autor: Giovana Femat
Estamos listos para celebrar el amor de mamá, pero ¿sabías que este amor tiene su origen en un proceso químico del cerebro? Este vínculo tan grande que existe entre una mamá y sus hijos se lo debemos en gran parte a la Oxitocina, una hormona que se produce en el cerebro y que alimenta un círculo de amor infinito.
Ligada al bienestar, la oxitocina es producida por el sistema endocrino cuando se producen interacciones de afecto positivo, pero en el caso de la maternidad juega un papel mucho más importante, pues incluso es la responsable de crear las potentes contracciones que dilatan el cuello del útero y facilitan el paso del bebé por el canal del parto.
De hecho, durante el nacimiento del bebé, es cuando las mujeres presentan los niveles más altos de oxitocina en su vida, después de su propio nacimiento. La función de este pico de oxitocina es, precisamente, que madre y bebé se reconozcan mutuamente y se enamoren profundamente el uno del otro; un mecanismo evolutivo que garantiza de alguna manera el cuidado de las crías.
Y es que la oxitocina también juega un papel destacado en el puerperio, ya que es la responsable de que la leche producida en la glándula mamaria salga cuando el bebé succiona. La lactancia materna contribuye a que los niveles de oxitocina se mantengan altos, lo que favorece la construcción del vínculo de apego entre la madre y su bebé.
Puede sonar muy científico y elaborado, pero este proceso químico del amor es precisamente la base del lazo emocional que existe entre una madre y un hijo, incluso está relacionada con una mayor habilidad para responder a las necesidades del recién nacido, así como un menor riesgo de sufrir depresión posparto.
Y es que mirar a un bebé activa todos los centros de recompensa del cerebro de los adultos, aunque no tengan hijos. Los bebés están diseñados para que, si los miras, quieras cargarlos, y, si los cargas, quieras cuidarlos.
La oxitocina tiene la facultad de producir placer y de activar los centros de recompensa, por ello la lactancia materna, el colecho, el contacto piel con piel, el porteo, la mirada, todas estas acciones aumentan las concentraciones de oxitocina en un círculo vicioso en el que no hay límites: cuanta más oxitocina, menos estrés, menos tristeza, más calma, vínculos más fuertes. Y más amor.
Y este amor es heredado también de madres a hijos, pues el amor materno es el modelo que desarrollamos a lo largo de la vida en las relaciones que establecemos, es nuestro principal estilo afectivo. Las primeras experiencias de nuestra vida dejan una profunda huella en la sensación de cómo es estar en este mundo.
Así que bueno, cuando decidas celebrar ese vínculo amoroso que existe con tu madre o con tus hijos, considera que todo está perfectamente planeado por la naturaleza, tu cuerpo, y tu cerebro para asegurar que el amor crezca constantemente desde que nacemos.
Este día y todos busca en tus procesos químicos e incrementa tus niveles de oxitocina alimentando el amor.
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