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La espasticidad es una entidad conocida como la resistencia al movimiento inicial pasivo y es parte de la clínica de múltiples enfermedades que afectan al sistema nervioso central, principalmente en la vía piramidal.
Uno de los resultados que produce la espasticidad es la incapacidad de movilizar las extremidades, favoreciendo la incapacidad del paciente a realizar alguna actividad física y provoca movimientos exagerados en tendones que se acompañan de hiperreflexia e hipertonía.
Es importante conocer las causas que la ocasionan y el desarrollo de su evolución para comprender y obtener mejores terapias de neurorehabilitación adicionales que tengan como objetivo la calidad de vida de los pacientes.
La espasticidad aparece también en pacientes que han sufrido algún tipo de ictus, pero su evolución será diferente dependiendo del tiempo transcurrido después del evento y de la lesión medular que se encuentre afectada.
Por otro lado, también se encuentra presente en los pacientes que padecen esclerosis múltiple y traumatismo craneoencefálico moderado-grave.
Para contestar la anterior pregunta, es necesario conocer la fisiopatología de la enfermedad. La espasticidad es producida por un daño neurológico, en donde existen cambios en la dureza muscular pasiva.
Los mecanismos que se involucran son las alteraciones en la excitabilidad y el estiramiento muscular, favoreciendo a cambios en el tejido muscular.
El tono de la actividad muscular necesaria para mantener la actitud básica en el cuerpo lo contiene un grupo de fibras musculares que contienen órganos sensoriales y responden al estiramiento. A través de estos envía señales inhibitorias a las neuronas motoras.
Cuando existe una lesión cerebral, desencadenan espasticidad por la pérdida de control inhibitorio normal, dando como lugar al aumento de tono.
La espasticidad es un fenómeno duradero, dinámico y cambiante que su evolución es hacia la cronicidad, con alteración de propiedades en tejidos blandos. Cuando existe fibrosis, la musculatura se vuelve completamente fija, y aparecen retracciones y deformidades osteoarticulares.
Cuando se presenta la espasticidad, influye en forma negativa y puede interferir en el control postural, terminar en deformidades estructuradas y limitar la movilidad espontánea.
La valoración y el tratamiento deben de hacerse en unidades especializadas. Siendo valorada por un equipo multidisciplinario y debe de ser individualizada con objetivos que el paciente y el cuidador deben de seguir. La finalidad del tratamiento es:
Se tiene que tener en cuenta que sin la rehabilitación adecuada y la espasticidad no tratada afecta al paciente con:
En la neurorehabilitación es fundamental el abordaje focal y generalizado, desde su inicio y durante las etapas evolutivas. No se considera un tratamiento estático sino dinámico y debe modificarse en función de los cambios conseguidos en cada paciente.
Las técnicas de fisioterapia deben de realizarse lo más pronto posible para disminuir la intensidad del problema y revertir el proceso de su evolución.
En cada paciente es importante tener un tratamiento postural, el cual se realiza procurando preservar la capacidad funcional con movilizaciones articulares y estiramientos de la musculatura de duración de 30 min a 6 horas.
El equilibrio y la marcha, generan efectos positivos en los miembros inferiores disminuyendo el tono muscular y los espasmos. La crioterapia es una estimulación termorreguladora que inhibe las neuronas que desencadenan espasticidad, se aplican bolsas en el área local o en la bañera durante 15 a 30 min.
Finalmente por medio de la hidroterapia, ayuda a facilitar la rehabilitación de movimientos coordinados y fortalecimiento de músculos.
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